El Palacio de Nymphenburg fue encargado por el elector de Baviera Fernando María y su esposa Enriqueta Adelaida de Saboya, como residencia de verano tras el nacimiento de su hijo Maximiliano Manuel en 1662. Durante el reinado de Maximiliano Manuel, la residencia se amplió radicalmente y se decoró de acuerdo con la moda francesa de aquella época. Los gobernantes siguientes continuaron añadiendo elementos correspondientes a sus épocas.
Los jardines de Nymphenburg se diseñaron en estilo barroco, como se aprecia hoy en día en el deslumbrante gran parterre. Los cisnes se deslizan por la fuente y el canal central de esta zona, añadiendo encanto al palacio. A principios del siglo XIX, el resto del terreno se convirtió en un jardín clásico.
Un tour guiado es una buena forma de descubrir todo lo que este palacio guarda en su interior. Visita el gran salón, con su fastuoso techo interior y pintado. Otra de las secciones favoritas del recorrido es la Galería de bellezas, del rey Luis I una colección de 36 retratos de bellas mujeres de diversos orígenes en el Múnich del siglo XIX. La recámara de la reina le da un toque humano al palacio, con una gran variedad de objetos personales que adornan la habitación donde nació el rey Luis II.
No te pierdas el museo de los carruajes, que se encuentra en los antiguos establos del palacio. Aquí podrás ver las carrozas reales, los trineos y los equipos para montar. La más destacada es sin duda la colección de carruajes y trineos que pertenecieron al rey Luis II.
Pasea por los extensos jardines y visita alguno de los preciosos pabellones de Nymphenburg que están abiertos al público. El pabellón de Amalienburg, diseñado por François de Cuvilliés, formado en París, es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura rococó en toda Europa.
El Palacio de Nymphenburg y el parque abren todos los días, en diferentes horarios según la temporada. Hay entradas combinadas para ambas visitas. Es posible llegar al palacio en autobús desde la ciudad. Si vas en coche, el trayecto es de 20 minutos.