El primer monumento que se puede admirar poco después de levantar el ancla es el Museo del Louvre. Su construcción comenzó en 1204 y no terminó hasta 1858, como se puede ver en las diferencias de estilo. Originalmente, era un castillo real antes de convertirse en museo en 1793, y se convirtió notablemente en uno de los museos más bellos del mundo.

Un poco más río abajo, encontrará la Place de la Concorde, el lugar de la ejecución de Luis XVI y su esposa María Antonieta durante la Revolución Francesa. En el centro de esta misma plaza se encuentra el Obelisco de Luxor, que fue traído de Egipto en 1836.

Luego navegará bajo el Pont Alexandre III, el puente más ornamentado y elegante de París. Tiene un solo arco de 110 de ancho y tiene en su centro una representación de las armas de San Petersburgo y dos ninfas que simbolizan el río Neva.

A pocos metros se encuentra el gran símbolo de la capital, la Torre Eiffel, creada por el ingeniero Gustave Eiffel para la Exposición Universal de 1889. La torre tiene 320,75 metros de altura, pesa 6400 toneladas y se considera una obra maestra tecnológica.

Durante el crucero, tendrá la oportunidad de observar desde una perspectiva única el Museo de Orsay, que alberga magníficas pinturas impresionistas de grandes artistas como Renoir y Monet. Echa un vistazo a la catedral de Notre-Dame, un buen ejemplo del arte gótico, ricamente decorada con hermosas esculturas y gárgolas.

Antes de finalizar su viaje, pasará por Pont-Neuf (Puente Nuevo), que, a pesar de su nombre, es el puente en pie más antiguo de París. Terminado bajo el reinado de Enrique IV en 1606, fue el primer puente de la capital que se construyó con piedras.