Un itinerario entre la arquitectura antigua y moderna por los lugares de Carlo Scarpa.
Carlo Scarpa ((1906-1978) fue uno de los arquitectos más influyentes de la Italia del siglo XX, que interpretó hábilmente la arquitectura tradicional de Venecia desde una perspectiva moderna. Desde los inicios de su carrera, como diseñador artístico para los fabricantes de vidrio Cappellin y Venini en Murano, Carlo Scarpa comenzó a explorar el enorme potencial del vidrio. Al reanudar los antiguos procesos artesanales y probar nuevas técnicas de soplado de vidrio, desarrolló soluciones cromáticas y geométricas que cambiaron la producción de vidrio italiana para siempre. Desde entonces, el uso innovador de las materias primas tradicionales ha seguido siendo un rasgo distintivo de sus obras.
En el contexto urbano de Venecia, donde los edificios y las residencias se reflejan en los canales y la laguna circundante, el agua y la luz se convierten en una parte integral del entorno. Carlo Scarpa decidió utilizar elementos naturales, como el agua y la luz, como componentes arquitectónicos, para abrir los espacios a escenarios en perspectiva e infinitos juegos de luz.
El primer destino del recorrido es la sala de exposiciones Olivetti en la Plaza de San Marcos. La sala de exposición recrea el tema del agua utilizando algunos «dispositivos» de decoración. La sala de exposición está decorada con materiales locales, como vidrio, mármol, piedra y madera, que están bellamente yuxtapuestos para crear un ambiente elegante para la exhibición de las máquinas de escribir Olivetti. La búsqueda de Carlo Scarpa por la armonía entre los elementos naturales y el espacio arquitectónico se ilustra mejor en la Fundación Querini Stampalia de Venecia, que es el próximo destino de la gira. Carlo Scarpa reforzó el edificio y renovó tanto el vestíbulo del museo como el jardín del palacio. Recuperó el control de una parte abierta del edificio, que había quedado en desuso debido a que se inundaba con regularidad. Carlo Scarpa elevó el área desde la planta baja y la transformó en una pasarela para los visitantes del palacio. El agua que entraba en la planta baja estaba contenida por una pared de parapeto y se canalizaba hacia el jardín trasero. Gracias a esta solución, el agua adquiere un valor estético, al tiempo que convive armoniosamente con los demás elementos arquitectónicos del edificio.