Envuelto en un misterio e inmerso en los olivares que cubren las afueras de la ciudad de Lecce, los orígenes del complejo de la abadía se remontan a Tancredo, rey de Sicilia, quien, según la leyenda, recibió la visita de una aparición de la Virgen María. En términos más concretos, la historia de Cerrate comenzó bajo el reinado del príncipe normando Bohemundo I de Antioquía, quien, en algún momento entre los siglos XI y XII, fundó allí un monasterio de monjes basilianos de rito ortodoxo griego, quienes lo convirtieron en uno de los centros más importantes para la propagación de la cultura del sur de Italia, gracias a su biblioteca y su floreciente scriptorio, donde los monjes transcribían textos antiguos. Durante los siglos siguientes, la abadía creció en tamaño y prestigio, complementando su función religiosa con la agricultura, pero en 1711 un ataque de piratas turcos provocó que cayera en un estado de abandono total, interrumpido solo en 1965 por una restauración inicial encargada por la provincia de Lecce, que en 2012 confió a la FAI una nueva operación de salvamento destinada a abrir la propiedad al público.
Hoy en día, la restauración continúa, pero esta situación no impide visitar lo que es un magnífico ejemplo del románico de Puglia, adornado con frescos bizantinos del siglo XIII y flanqueado por un elegante pozo del siglo XVI y una galería del siglo XIII con hermosos capiteles esculpidos en piedra blanca de Leccese, una verdadera obra maestra de la escultura románica. La vocación agrícola del sitio, dedicado al procesamiento de aceitunas, trigo y tabaco, surge de los lugares de trabajo y de la granja, los establos y los molinos subterráneos con sus muelas, prensas y tanques. Todas estas son piezas de un mosaico complejo que debe restaurarse y reconstruirse, pero que ya son capaces de relatar un capítulo de la historia de la zona de Salento.