En sus días de gloria, Bucarest era conocida como la Pequeña París. Tiene las luces, la arquitectura, la moda, pero sobre todo los DULCES que lo demuestran. Los pasteleros formados en Francia recuperaron el oficio y el talento y llevaron a la aristocracia de las delicias turcas a los canutillos franceses. En esta experiencia de 3 horas recorreremos las eras de los dulces y los pasteles, pero también descubriremos los 500 años de historia de la ciudad. Con una combinación de influencias francesas, orientales y balcánicas, Bucarest es la ciudad de los contrastes.
El recorrido comienza frente al Ateneo rumano, mientras disfruta de un eclair, escuchará cómo Rumania fue una vez una próspera monarquía. Desde allí, el recorrido continuará hacia la Plaza de la Revolución, donde conoceremos la vida en la época comunista, la revolución de 1989 y también la probaremos a través de una famosa barra de chocolate rumano.
Tras admirar los hermosos edificios de estilo francés de la calle Victoria y descubrir por qué Bucarest alguna vez fue conocida como la Pequeña París, tendrá tiempo para reflexionar en la pastelería más antigua de la ciudad y probar algo del pasado.
El acto final lo lleva al casco antiguo, donde verá cómo una mezcla de leyendas de la época medieval junto con las costumbres e influencias de los imperios de la época se unen para sumarse a la cultura rumana que conocemos hoy en día y, con eso, no hay otra forma de terminar el recorrido que con el postre rumano más famoso: el Papanasi.