En el casco antiguo de Alicante abundan las estructuras imponentes, pero esta catedral del siglo XVII es reconocida en el mundo como uno de los ejemplos más destacados del barroco español. Aún así, su fachada es más sencilla que lujosa. Tu visita a esta catedral será una experiencia bastante "solitaria" en comparación con las siempre concurridas iglesias de otros lugares de Europa. El templo es sede de un obispo de la iglesia católica romana, además de un recinto religioso muy importante para los alicantinos.
Del exterior, la iglesia parece combinarse perfectamente con el entorno. Incluso, muchas personas desconocen la importancia de esta majestuosa obra arquitectónica aún estando frente a ella. Sus muros color crema se yerguen sin demasiado lujo en la pequeña plaza donde fue construida. Sin embargo, antes de que pases al interior, asegúrate de admirar los intrincados grabados en las piedras que forman los muros y las asombrosas decoraciones barrocas cerca de la entrada principal.
Ya que estés adentro, te asombrará lo bien iluminado que está el templo. Los muros blancos y espaciados entre sí parecen casi translúcidos, característica especialmente peculiar en una iglesia. Esto se debe al amplio domo azul, que actúa como una fuente de luz sobre la nave principal. El domo de 45 metros (28 pies) de alto es la característica más preciada de la iglesia.
Explora las pequeñas capillas que se extienden desde la nave o reza un momento ante el altar dedicado a San Nicolás. El mármol que se utilizó para construir los peldaños que llegan al altar fue traído de Génova. Asiste a misa bajo la luz del domo. Afuera de la catedral puedes consultar el horario de las misas públicas.
La Catedral de San Nicolás está situada en el casco antiguo de Alicante y lo más fácil es llegar a pie. El tranvía también llega a este monumento y otra opción, si traes coche, es estacionarte en las afueras del templo. La entrada a la iglesia es gratuita, solamente consulta los horarios en los que estará abierta, porque cierra varias horas al día.