Admira el caleidoscopio de colores de la aurora boreal desde uno de los mejores lugares para observarlas en el mundo. Vistas como éstas, así como el festival anual Ice Alaska Festival, donde los mejores escultores de hielo del mundo se reúnen para mostrar su talento, hacen que valga la pena soportar el frío de Fairbanks. Cuando necesites calentarte, un chapuzón en las aguas termales del manantial Chena Hot Spring es el remedio perfecto. En los museos puedes conocer el pasado de la fiebre del oro de la ciudad y probar tu suerte buscando oro con una bandeja.
Fairbanks fue fundada en 1901 cuando el bote de un comerciante se atascó en una sección del río Chena. Menos de un año más tarde se descubrió oro en la región y el pueblo creció rápidamente. Fairbanks, que hoy en día es la segunda ciudad más grande de Alaska, es conocida como “el Corazón Dorado” y es hogar de una gran población. También es frecuentada por los turistas que vienen aquí para ver la aurora boreal, a las aves migratorias y otras varias atracciones de la región.
Ven en febrero o en marzo y podrás disfrutar de Ice Alaska, uno de los mejores festivales del hielo en el mundo. En el Museo del Hielo de Fairbanks se exhibe una película de lo más destacado entre sus exposiciones de todo el año. Conoce más sobre la región en el Museo del Norte de la University of Alaska. Éste cuenta con información sobre glaciares y otras características de la geografía de Alaska, una sólida colección de arte nativo y una recreación de la aurora boreal.
Busca oro con una bandeja en Gold Dredge 8, una fascinante atracción que lleva a cabo recorridos informativos sobre la fiebre del oro a principios del siglo XX. La presencia de la mina de oro de Fort Knox, que está al norte de Fairbanks, es prueba de la continua importancia que tiene el área para la minería de oro. Visita Pioneer Park, un parque de 17 hectáreas (44 acres) que muestra cómo era la vida de los primeros buscadores de oro.
Renta un coche para recorrer Fairbanks durante el verano y disfruta de la novedad de manejar bajo el sol de media noche. En el invierno, los caminos son peligrosos y lo mejor es dejar que alguien más conduzca. Toma el autobús, un taxi o solicita los servicios de un chofer para explorar los alrededores.